El paragüas azul con mariposas de colores y mango transparente, es mio desde la infancia, un regalo en Navidad, está en el rincón del pasillo, aislado de los demás, fuera del lugar apropiado.
La oficial de policía, no repara en él. Hay policías por todas las habitaciones de la casa, haciendo fotos y examinando a la víctima; registran todo y toman huellas de la escena del crimen. El cadáver está en el suelo del salón, al lado del televisor, en posición decúbito lateral, con un brazo extendido por debajo de su cabeza y una pierna flexionada; tiene una herida punzante en el cuello, todo está lleno de sangre ya casi seca.
Me interrogan, no se dan cuenta, pero, yo en esos momentos de angustia y salpicada de sangre, dirijo la mirada al paragüas, estoy muy triste y apenada, llorando, me vienen a la memoria los recuerdos de mi infancia, de las tardes de lluvia al ir al colegio y presumir ante mis compañeros de mi bonito paragüas.
Hace apenas unas horas, lo he utilizado por última vez, en esta ocasión no ha sido para protegerme de la lluvia, con él, he matado a mi marido.
Fdo.- Angora
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