Los días como hoy fríos y lluviosos, me encierro en mi mundo, en mi ordenador y en mis fantasías, me agarro al teclado igual que un naufrago a su tabla, como aquel pianista fracasado. Pero hoy no me salen palabras para escribir nada, ninguna historia, ni triste, ni amarga, ni dulce, ni alegre; solo me salen movimientos automáticos de mis dedos sobre las letras, que aporean teclas sin sentido, y no conjugan nada. Mi enfado me lleva a la desesperación y esta a la frustración de que en este mundo de literatura no tengo lugar. Lo he intentado, pero no, no encajo en vuestra comunidad, nunca seré aceptado como uno más, ni siquiera cono escritor mediocre, mi desánimo me ha llevado ha escribir esta carta. Quizás no vuelva a ponerme en contacto con vosotros, ni sepáis más de mí, tan solo, algunos de vosotros leréis una esquela en el periódico. Para entonces ya será demasiado tarde, ya no estaré aquí, ni para leeros, ni para que me leáis.
Y en ese preciso momento, cuando estéis mirando la página donde anuncian a los fallecidos, os preguntareis:
-¿quien era, por qué aparece aquí su nombre?
No soy nadie importante, pero comunicarán mi muerte. Al sepelio no acudirá ninguna viuda, ni hijos; tan solo unos cuantos familiares, y ningún amigo.
Y en ese preciso momento, cuando estéis mirando la página donde anuncian a los fallecidos, os preguntareis:
-¿quien era, por qué aparece aquí su nombre?
No soy nadie importante, pero comunicarán mi muerte. Al sepelio no acudirá ninguna viuda, ni hijos; tan solo unos cuantos familiares, y ningún amigo.
Hola, Angora, encantado.
ResponderEliminarMe ha gustado leerlo pero, demonios, es muy difícil que alguien se vaya a preguntar una de esas cosas ¿No?
Un abrazo, me alegra haber encontrado este lugar.
Y mucha suerte.
Gracias Alberto, por leer el relato y dejar tu comentario. Un saludo.
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