un
jefe. Ser yo mi propio jefe y quien gobierne en mi propia vida. No
tener que levantarme
a
una hora fija, siempre a la misma, todos los días cuando suena el
despertador.
Poder
describir con palabras un bonito paisaje con sus flores primaverales
y esas
gotas
de lluvia cayendo sobre las hojas verdes de los árboles. Poder
pintar el cielo azul de
nubes
blancas con la tinta de una pluma sobre papel, sin pinceles y sin
pinturas de
colores,
simplemente con mis palabras.
Me
gustaría el poder transportar a los lectores a mundos lejanos y de
ensueño, unas
veces
desconocidos, otras no tanto, y muchas a sitios imaginarios y
compartirlo con
todos.
No
tengo la facilidad que otros autores de ponerme en contacto con las
musas de mi
bolígrafo.
He llegado a contaros alguna que otra historia, tanto infantil, como
para adultos,
unas
veces verídicas y otras de ficción, pero nunca he conseguido llegar
a escribir sobre
la
misma cosa más de tres folios. He intentado incluso con mi
biografía, pero ¿a quién le
pueden
interesar mis batallas de mujer.?
En
este punto he llegado a la conclusión que lo que odio es ese
aparatito llamado reloj
que
llevo puesto en la muñeca de mi brazo izquierdo. No me gusta el
tener que estar
pendiente
de él para todo: Para ir al trabajo, para ver cuanto queda para
salir. Para poner
la
comida al fuego que se vaya haciendo, para ver cuanto tiempo lleva
cociendo, para ver
cuando
la retiro y está lista. Para comprobar mi tiempo libre. Para con
desgana tener que
ver
que es demasiado tarde y debo ir a dormir, pues quedan muy pocas
horas para que
su
hermano mayor, el despertador, dé las campanadas con sorna.
Enseguida que tengo
unas
24 horas de tiempo para mi, lo abandono en la mesita de noche o
simplemente en
el
lavabo, no quiero llevarlo puesto ni mirarlo durante ese tiempo. Así
parecen más largas
las
horas y que voy a disfrutar más de ellas. Pero no es así, las
veinte y cuatro horas son
eso
1440 minutos, que hay que aprovechar, pero se consumen en un
santiamén.
Siendo
escritor, me pondría a escribir siempre que quisiera y pararía
igualmente solo
para
descansar cuando mi biología me lo pidiera al igual que otras
necesidades primarias
que
necesitamos cumplir para conservar en buen estado a nuestro cuerpo y
la salud.
Mi
sueño, como os comenté al principio de estas líneas, es poder
tener la libertad de
escribir
a mi antojo, pero si ya por si, eso es difícil hoy en día, hay que
añadir otro factor
en
mi contra. Nací mujer. La situación está muy mal para todos, es
una locura pretender
ser
como esos escritores que ya tienen formado un currículum en este
gran mundo de
fantasía,
yo tengo que trabajar duro en otros ámbitos para sacar a mi hija
adelante, sé
que
no soy la única, que todo es muy competitivo, pero gracias a estas
trabas es lo que
me
hacen tener ganas de seguir de pie en la lucha.
Mientras
estoy escribiendo preparando estos folios para presentarlos, tengo en
mi
cabeza
un martillo que me golpea, el martillo de una sociedad que me grita,
que de
escribir
nunca voy a conseguir nada, un compañero que considera que ya ha
tenido
demasiad
paciencia conmigo, unos amigos que se empeñan en que no voy a
repercutir; y
luego
están los conocidos que solo dicen que mis relatos están bien por
simple decoro.
Pero
no me rindo fácilmente, he venido a esta asociación a buscar
aliento sincero y
apoyo
para seguir adelante y aprender de sus miembros para continuar
creciendo. Pero
en
mi gran sueño me veo más acorralada cada día, con más nociones de
la realidad,
más
barrotes a mis páginas escritas.
Afortunadamente, las mujeres estamos
acostumbradas a sacar aliento de la
frustración
y convertirla en algo menos puntiagudo.
Hace
unos días casi no pensaba el llegar a escribir estos tres folios,
pero durante que
los
iba rellenando he cambiado, ahora pretendo coger el relevo a esas
mujeres que me
preceden,
a las que este mundo masculinizado las ha ido haciendo invisibles una
tras
otra,
sí, voy a seguir escribiendo mis pensamientos, si, voy a seguir
contando fantasías
que
se encierran en mi cerebro y darles salida a través de letras,
palabras, frases escritas.
Por
ellas mis predecesoras, ya que en mi edad he dejado atrás los
embarazos y los
partos,
ahora me toca luchar junto a vosotras que como hormiguitas sois las
que tenéis
que
empujar para hacer una gran labor de calidad y para que aunque sea
solo una de
nuestro
género, la que salga a la luz, y triunfe, en su camino de mujer
artista.
Fdo.- ANGORA
Comentarios
Publicar un comentario