En una pequeña villa de la mancha, con callejuelas estrechas y muy empinadas, ya que está anclada en un cerro coronado por diez molinos de viento, tan blancos como las fachadas encaladas de las casas del barrio. En este mismo barrio hay una calle llamada Sansón Carrasco, es demasiado estrecha con sus zócalos pintados de añil, que reflejan un cielo del mismo color sobre sus gigantes, ya los bautizó así un gran hidalgo. En esta calle sin salida, para vehículos de ruedas, ya que termina en unas escalinatas con muralla, vive Carmen, es una joven adolescente de pelo corto y color castaño claro, de estatura más bien baja y muy delgada, sus ojos almendrados, no reflejan una total felicidad; pues en este barrio, los habitantes escasean de medios económicos y de los menores el permitirse ir al colegio. Carmen pasa todo el día en la calle, haga frío, llueva, truene, o sea un día de calor. El resto de jóvenes de su edad, suben a la sierra a ver sus molinos y tomar su botellón; como en otras partes del país, lo dejan todo muy sucio, no ven las papeleras ubicadas una al lado de cada gigante de aspas de madera; entonces aparece Carmen con su desparpajo a recoger el vidrio, para llevarlo a reciclar y ganar algunas monedas que le permitan comer ese día.
Al llegar la primavera, el cerro y sus molinos se llena de turistas con caras atónitas al contemplar tan bello lugar y su paisaje manchego, todos con cámara en mano, unos haciendo fotos, otros prefieren grabar el momento y no capturarlo. Carmen se pasea mal vestida por el lugar, con su viejo chandal raído y sus deportivas maltratadas por el tiempo que las lleva usando sin tener para cambiarlas; los turistas que la confunden siempre con un chaval le piden que les haga fotos para salir todos juntos y a la vez, así Carmen obtiene unas jugosas propinas.
En la otra parte del pueblo a la falda del cerro, las calles son un poco más anchas, incluso hay edificios de más de tres alturas o plantas, pero nunca se ve por estas calles a Carmen, ni siquiera de caminar para ir a la iglesia o a comprar. Ella es una pieza del paisaje de la sierra, junto a sus molinos que la están viendo crecer, no conoce nada más de la localidad, solamente su barrida, el Albaicín.
Fdo.- Angora
http://www.youtube.com/watch?v=-RAwncXBqwc
Al llegar la primavera, el cerro y sus molinos se llena de turistas con caras atónitas al contemplar tan bello lugar y su paisaje manchego, todos con cámara en mano, unos haciendo fotos, otros prefieren grabar el momento y no capturarlo. Carmen se pasea mal vestida por el lugar, con su viejo chandal raído y sus deportivas maltratadas por el tiempo que las lleva usando sin tener para cambiarlas; los turistas que la confunden siempre con un chaval le piden que les haga fotos para salir todos juntos y a la vez, así Carmen obtiene unas jugosas propinas.
En la otra parte del pueblo a la falda del cerro, las calles son un poco más anchas, incluso hay edificios de más de tres alturas o plantas, pero nunca se ve por estas calles a Carmen, ni siquiera de caminar para ir a la iglesia o a comprar. Ella es una pieza del paisaje de la sierra, junto a sus molinos que la están viendo crecer, no conoce nada más de la localidad, solamente su barrida, el Albaicín.
Fdo.- Angora
http://www.youtube.com/watch?v=-RAwncXBqwc
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