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MI PARAGÜAS


El paragüas azul con mariposas de colores y mango transparente,  es mio desde la infancia, un regalo en Navidad,  está en el rincón del pasillo,  aislado de los demás,  fuera del lugar apropiado. 
 La oficial de policía, no repara en él.  Hay policías por todas las habitaciones de la casa,  haciendo fotos y examinando a la víctima;  registran todo y toman huellas de la escena del crimen.  El cadáver está en el suelo del salón,  al lado del televisor,  en posición decúbito lateral,  con un brazo extendido por debajo de su cabeza  y una pierna flexionada;  tiene una herida punzante en el cuello,  todo está lleno de sangre ya casi seca.

Me interrogan,  no se dan cuenta,  pero,  yo en esos momentos de angustia y salpicada de sangre,  dirijo la mirada al paragüas,  estoy muy triste y apenada,  llorando,  me vienen a la memoria los recuerdos de mi infancia,  de las tardes de lluvia al ir al colegio y presumir ante mis compañeros de mi bonito paragüas.

 Hace apenas unas horas, lo he utilizado  por última vez,  en esta ocasión no ha sido para protegerme de la lluvia,  con él,  he matado a mi marido.



Fdo.-  Angora

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Los días como hoy fríos y lluviosos, me encierro en mi mundo, en mi ordenador y en mis fantasías, me agarro al teclado igual que un naufrago a su tabla, como aquel pianista fracasado. Pero hoy no me salen palabras para escribir nada, ninguna historia, ni triste, ni amarga, ni dulce, ni alegre; solo me salen movimientos automáticos de mis dedos sobre las letras, que aporean teclas sin sentido, y no conjugan nada. Mi enfado me lleva a la desesperación y esta a la frustración de que en este mundo de literatura no tengo lugar. Lo he intentado, pero no, no encajo en vuestra comunidad, nunca seré aceptado como uno más, ni siquiera cono escritor mediocre, mi desánimo me ha llevado ha escribir esta carta. Quizás no vuelva a ponerme en contacto con vosotros, ni sepáis más de mí, tan solo, algunos de vosotros leréis una esquela en el periódico. Para entonces ya será demasiado tarde, ya no estaré aquí, ni para leeros, ni para que me leáis. Y en ese preciso momento, cuando estéis mirando la p